viernes, 23 de noviembre de 2012

DE LA MOTIVACION A LA INSPIRACION…. O de la Obediencia al Compromiso


Incitación, zanahoria, empujón, o castigo, palo, sanción, son a mi parecer herramientas del modelo de la motivación. Este modelo surgido para lograr mayores niveles de producción, ha utilizado el incentivo como su gran aliado, en especial en los últimos 40 años.
Cuando la tarea es mecánica o simple y con objetivos claro, el incentivo, como recompensa, suele funcionar, ya que estrecha la mente fijándola en lo que hay que hacer, configurando una emoción central de obediencia. Por supuesto, obediencia, no sólo en el sentido de regaño, sino también como estimulo extrínseco para movilizar.

Pero hoy día, los acontecimientos impredecibles que redefinen teorías, modelos y estrategias, ya no se dan cada 20 o 15 años, sino que ocurren a una velocidad que nuestra mente lineal no llega a procesar. La economía, la sociedad, la biosfera, y el mapa de los negocio cambian y se transforman en tiempos impensados, apareciendo desafíos y problemáticas locales, impactados por circunstancias regionales y globales, donde las soluciones o recursos a desarrollar se encuentran en la periferia, fuera de la visión dominante, donde el incentivo, no sólo no mejora los resultados, sino que muchas veces los empeora. El incentivo sólo funciona en cierto grupo de circunstancias, cada vez más reducido . Allí donde el arte es necesario por encima de la técnica, como acto constructor y creativo de nuevas realidades, la motivación no resulta. Allí es lugar para la Inspiración; lo sabe muy bien el pintor ante el lienzo en blanco, el artista que improvisa en danza con el público, el escritor ante la marea de ideas,  y las personas organizacionales que se comprometen con crear nuevos mundos de posibilidades, o nuevos racimos de soluciones para los desafíos impensados.

El incentivo es un estimulo externo. Por eso mismo se llama incentivo, que aparentemente proviene de incentivum, que viene de incanare, que significa cantar, es decir, incitar o motivar a alguien a hacer algo con una canción.
En un juego de palabras podemos ver la motiv-acción como el tener un motivo para la acción. Dicho de otra manera la motivación se trata de un estimulo externo que al hacer contacto con inquietudes internas genera conducta. Esta es la base para el liderazgo co-dependiente que lejos de tener la intención de manipular, es su mejor versión tiene la intensión de ayudar, aunque para poder hacerlo es indispensable la carencia y obediencia del otro. Y la carencia fundamental radica en que la conducta es impulsada por lo que el líder dice o no dice, hace o no hace. Es decir la carencia de autonomía. El motor es externo.

Una parte de la psicología, nos invita a distinguir motivadores internos, y externos. Esto implicaría un motivo interno, que mueve a la persona. Yo prefiero hablar de Inspiración, ya que motivador interno está sesgado por el origen mismo del modelo lineal, donde se trata de encontrar “algo” que esta allí dentro, que el líder debe descubrir o ayudar a descubrir y activar en el otro, lo cual sigue trayendo toda una cosmovisión asociada a rendir culto al Dios rendimiento y la reina oportunidad, sin salir del liderazgo co-dependiente.

Según diferentes investigaciones, el 90% o más del liderazgo en el planeta vive en alguna variantes de la motivación.

Diferente es la persona inspirada (que significa, "en el espíritu). La Inspiración se trata de hacer contacto con las “fibras internas” más profundas que generan conductas externa de manera espontanea, sin esfuerzo, sin copiar a otros, sin poner una sonrisa exigida ante el dolor.
En mi encuentro como coach, con personas de más de 15 países, identifiqué un proceso para la evocación de la inspiración, o mas bien, diría, el propio proceso de co-inspiración.  La inspiración se trata de un proceso que sin ser lineal, sino simultaneo, lo describiré lineal para poder hacer más fácil su comprensión:

1)   El desapego (no desinterés) a las certidumbres que sostienen la lógica automática que usamos.
Una pregunta que abre a este proceso puede ser si aquello que decimos querer, es lo que queremos. O si las consecuencias de lograr lo que digo querer, son deseables para mi. Esto no nos ocurre solos, sino que son procesos reflexivos evolutivos que nos damos con otros. Es decir, que nuestra configuración emocional y racional adquiere nuevos niveles de conciencia y complejidad, disolviendo del centro de la acción la obediencia, y poniendo el compromiso con nuestra autenticidad.
2)   Ya en el desapego, encontrarse con otros donde tenemos presencia los unos con los otros, en el sólo propósito del disfrute del encuentro, en la conmoción que causa abrazar la humanidad colectiva, en el silencio, ese silencio que es el lenguaje del alma, y aparta el ruido de la mente (con el que evitamos los silencios). Mientras estoy en el apego a mis certezas, no puede detenerme a mirar y escuchar profundamente a otros, ya que estoy en el tironeo de sostener esas certezas que ya no hacen sentido en las  nuevas condiciones de vida, pero me dan ilusión de seguridad.
3)   Dejar que fluyan las lagrimas saladas de los dolores anestesiados, en contacto con el amar más fundamental que nos constituye, viviendo la liberación del alma. Esa paz tiene lugar cuando estamos en contacto con otros, porque en la mirada respetuosa y sincera del otro, y en la mirada compasiva hacia las demás personas nos encontramos a nosotros
4)   Reír desde las “tripas”, sintiendo la alegría del corazón, no de la “actitud mental positiva” forzadas desde el paradigma de “exitismo”.
5)   Y cuando esa risa liviana, intensa y profunda surge, entonces, sólo allí hacemos contacto con aquello que queremos querer, desde el espíritu sensible, vulnerable y amigado con el temor

Y cuando este proceso nos ocurre en simultaneidad con otras personas, en el bie-estar del encuentro, vamos creando proyecto colaborativos, que se impulsan desde el momento mismo de crearlo. Si esto ocurre podemos distinguir el paso del liderazgo co-dependiente, al liderazgo co-inspirativo.

martes, 20 de noviembre de 2012

SOBRE LIDERAZGO CO-DEPENDIENTE Y EQUIPOS DEPENDIENTES


Una Máxima Organizacional desde donde me gusta provocar a la reflexión es:

“Cuánto más incentivo le des a un equipo para actuar extraordinariamente, mas refuerzas su visión colectiva ordinaria”

Para que un equipo se mueva por incentivo o zanahoria tiene que estar operando en una estructura pisco/emocional, donde no es espontáneo el “actuar” y comprometerse con un rendimiento superior al estándar. Por lo tanto, incentivar es reforzar esa estructura, que entre otras cosas no se mueve por una visión propia extraordinaria, sino por una motivación externa, es decir, con cada incentivo,  aumentamos la dependencia... proceso que a los líderes co-dependientes les encanta, más allá que llega un momento donde tanta es la exigencia del equipo por más condiciones externas que los mueva, que el líder termina por sentirse traicionado, y atrapado en una trampa que lo suele dejar fuera del juego, a él y al equipo.

lunes, 19 de noviembre de 2012

¿TENEMOS OJOS, OIDOS Y CORAZON PARA VER MAS ALLÁ DE LOS MODELOS?


Ayer, a raíz de mis propio aprendizaje, en el constante rediseño de la vida,  y por ese espíritu seudo rebelde que conservo, escribí en mi perfil de Facebook esta frase:

Juzgar al otro como una "víctima" por que te presenta sus quejas, demuestra una acto de pequeñez emocional y perturbación intelectual. Escuchar el dolor detrás de quien presenta la "queja" es una sublime acto de amor”

Varias respuestas aparecieron, y entre ellas, pude leer la distinción entre Queja y Reclamo, que Rafael Echeverría hace en su libro Ontología del Lenguaje, escrito a principios de los años 90. De allí estas líneas:

La distinción que dos grandes maestros como Rafael Echeverría  y Julio Olalla, nos regalaron a principios de los 90, la entiendo como una invitación a hacernos responsables por las consecuencias no deseables de nuestras propias quejas. Entendiendo así , que el espacio relacional de la queda es diferente del reclamo, y por lo tanto los posibles mundos. Y esto pensado sobre mi mismo, es muy potente.
Sin embargo, también puede ser entendido y usado para desacreditar al otro cuando el otro se queja. Puede ser usado para en nombre de la grandeza, que no nos pidieron, calificarlo de víctima, en el justificación teórica de que es "mi juicio", que ello responde a "mi interpretación" sobre su "coherencia histórica".
Si la queja es sistemática, ello implica que el dolor se conserva, como sufrimiento histórico, donde la queja es la manera de expresarnos. ¿Cuántas voces acalladas están expresándose en esa queja? ¿Cuánto desamor y traición experimentada, y revivida cientos de veces, están presentes en esa queja?

Por eso digo que mientras lo que importe sean los principios (ontológicos o metafísicos, o lo que sea) las personas quedan en segundo plano, paradójicamente, contrario a lo que pregonamos. Cuando escucho a alguien quejarse, me conmueve su dolor, aún cuando lo desconozca. Hace años cuando alguien se quejaba escuchaba una víctima.. y así , yo mismo negaba su humanidad, y la mía, en la justificación de estar apostando a la posibilidad que es el otro siempre es.
Hoy, cuando logro conectar con lo más fundamental de mi corazón, escucho como el alma dolida se expresa a través de la mente. A veces, dolores ancestrales, que nosotros tratamos con un reduccionista: "tienes mala actitud".

Por eso podemos actuar para pasar del modo queja al modo reclamos, a veces empujando con nuestras “preguntas poderosas” a la "víctima" . Y así sentir la satisfacción de cumplir con la técnica desde la certeza cognitiva, con envoltorio no-directivo  y esencia de control.
O podemos, desde el cuidado que sólo el otro puede indicarnos, invitar a una conversación, que despliegue la posibilidad de reconocer esos dolores, y abracemos la humanidad de cada quien, donde eso que llamamos queja de disuelva naturalmente, como consecuencia de hacer contacto con lo bonito de acariciar nuestros dolores, para recuperar el bien-estar y liberar el potencial atado en la dura piedra en que tuvimos que transformar nuestros sentires más profundo, en el miedo de transitar los dolores,  que en definitiva, esos dolores aceptados,  sólo re significan una y otro vez el sentido de estar vivos.


Una noción a la hay muchos adeptos es que dolor+ interpretación= sufrimiento. El riesgo que he encontrado en esto es que puede llegar a entenderse el dolor, como una noción fisiológica, al estilo me golpee la rodilla con la punta de la mesa, y por lo tanto eso es dolor. Si a eso le pongo una interpretación limitadora, es decir un sentido particular inapropiado, sigo todo el día en la queja por esa maldita mesa que se puso en mi camino, apareciendo la victima que hay en mí.

La invitación que suelo hacer desde mis propios dolores y sufrimientos, es que el dolor es fisiológico, como el de un perro, sólo que ocurre en un marco interpretativo transparente, involuntario,  algo así como lo que Fernando Flores llama estilo; y a la vez es relacional, ya que siempre ocurre en la dinámica vincular. Y ese dolor (no físico, sino fisiológico) no es sólo el del golpe con una mesa, es también un enojo, una tristeza, un miedo, una culpa.  Y de eso se trata estar vivo de conservar el bien-estar, en el placer y en el dolor. El mal-estar surge, cuando evadimos el dolor, de tal manera que no le entramos a la reflexión (acto de desapego a las certezas). Por lo tanto el sufrimiento es una dolor no-reflexionado. Escuchar el dolor detrás de la queja implica poder acceder a espacios de co-reflexión, para entender los mundos emocionales que habita el otro, y yo con él o ella. Lejos queda de todo esto el reduccionismo de la motivación, la actitud positiva y el pensamiento mágico tan de moda en la actualidad, que nos invita a perseguir al oportunismo,  teniendo como consecuencia cantidad de relaciones funcionales y soledad en las relaciones vitales.