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domingo, 1 de diciembre de 2013
CAMBIO FUNDAMENTAL SOBRE LA TEORIA DEL CAMBIO
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgq0MYcbN4dgj4EUyaVEVfR0N4VOPecUwwa8-Ryh587KVey1Y0IdvEgk6k7iJX3qS0569iBoH-T7KEtrNyXy1pM9g0J8qttEk_MUf4Ny3fSUV3Ixt0Dh9qbehyER8qhmxDKH3OIQvNQccI/s200/gestion-del-cambio-2.jpg)
De allí el desarrollo de teorías, modelos y herramientas funcionales
a esta interpretación, como son las metáforas sobre héroes, la hipótesis de la actitud
mental positiva, ciertas versiones de Coaching, las leyes mágicas, entre otras.
A otro nivel más complejo , ocurre una dinámica que
permanece oculta al discurso prevaleciente del cambio.
Dicho de manera provocativa; cada vez que invitamos al
cambio como patrón de conducta, colaboramos con la conservación del estrés. Por que el cambio cuando lo usamos como punto de referencia para vivir nos trae instantes de satisfacción y largos caminos de nunca llegar, porque siempre falta algo. Eso es el estrés, cuando nuestra exigencia es más grande que nuestra capacidad o energía. Y en el juego de cambio contante, tarde o temprano, la exigencia supera la energía. El cambio que genera estrés, luego resulta en
apatía, que trae más estrés, y así sucesivamente, con productos derivados de
este círculo reforzador, como la ansiedad, o diferentes clases de enfermedades.
Pero en el fondo lo que todo esto conserva es un profundo quiebre espiritual
por la falta de significados compartidos que perdemos en la carrera del cambio
por el cambio. Ese paradigma de perseguir la oportunidad como eje central.
Se trata de un vacío, que la única manera de negarlo, o pretender llenarlo, es con ocupación, trabajo, haciendo y rehaciendo (o con otras adicciones)
en proporción directa al aumento del miedo
a la soledad del alma. Cuanto más evitas el vacío, más aíslas tu alma.... paradoja si las hay!. Esa soledad equivale al miedo primario psicológico: el
miedo a la muerte. Aunque yo me atrevería a decir que no es el miedo a la
muerte, sino en cierta medida el miedo al sufrimiento físico de morir, pero
sobre todo, en gran medida, el miedo a la soledad más radical que es "la nada misma",
que nuevamente revela la falta de espiritualidad.
Aunque no siempre esto es visualizado así, ya que esta
dinámica de miedo, y falta espiritual, ocurre
a nivel fisiológico de los individuos insensibilizados por los juegos
mentales, y ocurre a nivel de los estados de ánimo colectivos que son
disimulados por el entusiasmo y compromiso con ser “el agente del cambio”, o un
Líder innovador.
Otra manera de decirlo, es que en el juego actual del cambio
realimentamos la álgebra que dice:
“quien soy (o somos)” , es igual a los resultados a lograr (ser=logros).
Hace unos días fui el conferencista magistral (así estaba
anunciado) frente a un grupo de 550 inspectores/supervisores de la SEP
(Secretaría de Educación Pública de México), donde la temática tenia que ver
con el cambio. Y realmente me hubiese sentido muy estúpido hablándoles desde la
motivación para que ellos tengan que cambiar, ante una reforma educativa y una
reforma administrativa que no me toca en mi fibra interior por no ser parte
directa de ese contexto ¿Quién soy yo para decirles que tiene que cambiar?
¿Acaso vivo lo que viven ellos? ¿Sé lo que es el dolor de que desaparezca una
institución con más de 80 años que en algún punto los contenía, o les daba
identidad? Esto se repite cada vez que doy conferencias en foros
organizaciones, o directamente trabajando en empresas. ¿Para qué o quienes estamos operando con estos
discursos? La gente no es tonta, sabe que hablar de cambio, es representar
intereses que muchas veces va contra sus propios deseos. Por eso para mi el
discurso del cambio no tiene que evitarse, pero hay que abordarlo con
responsabilidad, profundidad, seriedad, y sobre todo ética. Y es central
comprender que las personas siempre escuchamos desde un lugar que nos es
valido. Y nos es valido porque desde allí conservamos algo que asociamos con
nuestra identidad. La gente no resistimos al cambio, sólo buscamos conservar lo
que entendemos nos da significado. Aunque en gran cantidad de ocasiones sea sin poder
practicar el desapego a certezas que sostenemos desde vaya a saber cuando, por lo que en nuestro apego a esa versión de nosotros mismo mantenemos el mal-estar.
Por eso es fundamental darnos cuenta que el fenómeno que
llamamos transformación no radica en el cambio, sino a contrasentido de lo que
habitualmente creemos, la transformación es guiada por lo que se conserva
mientras decimos cambiar.
Es extraño, o más bien cultural, que muchas veces cambiamos
para conservar ciertas formas de sufrimiento. Otras veces cambiamos para
conservar el bien-estar. Son dos “mundos” diferentes, con muchos matices para
investigar.
Lo que generalmente me he encontrado hoy, es que lo que se conserva
mientras decimos que estamos en el
“cambiar” es la dinámica de la falta de sentido profundo. El “sentido de
pertenencia” no surge de la descripción de una visión, o del armado de una
lista de valores organizacionales. Eso
es parte de la trivialización de significados del discurso del cambio, del cual
participé varios años.
Por eso una parte elocuente de las organizaciones carecen de
una conciencia organizacional espiritual, como también de una comprensión
profunda del fenómeno de la transformación.
Es así, que en mis conversaciones con miles, cientos, o
decenas de personas, abordo el “dolor” como un indicador del “ser humano” y
“convivir organizacional”, donde no presento modelos del cambio, sino una
exploración sobre cuáles son las dinámicas relacionales a conservar, y cuál es
el modo de convivencia a mantener como centro mismo de la acción, invitando a
dejar el ruido de la motivación y permitir el silencio del hueco y vacío… aquel
que solemos querer evitar.
Así damos chance al desarrollo de personas en organizaciones
o fuera de ellas, en eso que llamamos inspiración. Para eso por momentos las
personas necesitamos contraernos, para luego explotar como una especie de Big
Bang humano donde el potencial singular de cada uno se libere como un frente de
onda impredecible en su alcance… porque como suelo decir en esos lugares donde
me honran con sus pedidos de que algo diga o pregunte: “lo único por lo que
vale el riesgo cambiar, es paradójicamente, aquello que deseamos conservar”
En definitiva, “el
discurso prevaleciente hoy es el del cambio… la praxis es la conservación de
dinámicas emocionales”
Fernando Saenz Ford- MCP Coach y Consultor Internacional
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