jueves, 7 de junio de 2012

EL ORIGEN JODIDO DE LO HUMANO


Un cumpleaños nos recuerda el origen de alguien… por lo menos un origen fuera de la matriz de la madre. Este aniversario de mi propia salida al mundo, me despertó las ganas de escribir unas reflexiones que comenzará hace unos años, escuchando al Doc. Humberto Maturana en una de mis tantas visitas al ex Instituto Matriztico en Chile. Mientras escuchaba lo que él nos decía respecto al origen de lo humano, yo apuntaba en mi anotador lo que luego llame “El origen jodido de lo humano”.
La Real Academia Española no tiene aún una definición para “jodido”, pero en mi precario argentinismo, la traducción sería algo así como: “El origen mal parido de lo humano”, o “empezamos con el pie izquierdo”, o simplemente “no importa donde naciste, de quien naciste, o en qué época naciste… ya naciste con algo “roto” que quizás si seguís cierta doctrina, ciencia o religión lograrás “arreglar”.
¿Se dieron cuenta que los relatos más conocidos que nos narran sobre nuestro origen, se basa en un dolor inicial? Hay un “pago” para hacer, o algo que curar, o simplemente aceptar que traemos una carga humana. Es decir… ¡Nacimos “ya” jodidos!.
Veamos el pecado original Judío-Cristiano a partir del error cometido con la manzana, por Adán y Eva. Lo que estos dos primeros seres casi humanos hicieron en su desobediencia transcendental, es perdurable en la naturaleza humana de Adán y Eva, así como la de todos sus sucesores, o sea nosotros, el linaje humano en todas sus versiones. Nacemos ya con la carga del pecado original. Pecado proviene de “peca”, que quiere decir: mancha. Ya nacemos manchados. El camino de la religión y el sacrificio en nuestras vidas, es lo que nos puede salvar para llegar al cielo de los buenos… o al infierno de los malos. ¡Como verán… nacemos “ya” jodidos!
La teoría del Karma en las doctrinas del budismo, el hinduismo, el yainismo, el ayyavazhi y el espiritismo, nos marca que cada nacimiento y cada vida están condicionados a ciertas penas por causas de vidas pasadas. Poder sortear semejante obstáculo, como reparar lo que no sé que hice, en vidas que no recuerdo, implica un trabajo interior alistado a algunas de las religiones dármicas. O sea… ¡Nacemos “ya” jodidos!
Otro ejemplo son las teorías filosóficas como el existencialismo, movimiento filosófico que resalta el papel crucial de la libertad y la elección individual. Pero desde esta lógica nos plantean un problema de base. Nos muestran como hemos sido lanzados a una sopa cultural no elegida, provocando una angustia de origen. ¡Parte de nuestro camino de aprendizaje será aprender a elegir, enfrentando la angustia de la nada misma! O sea… ¡Nacemos “ya” jodidos!
Y claro podría citar más ejemplos, pero no quiero dejar afuera al psicoanálisis, que también tiene diferentes versiones. Algunas, no pocas, plantean que el momento del nacimiento es una experiencia cercana a la muerte que indudablemente debe dejar alguna huella en el psiquismo humano… y claro luego habrá que curar, ¡Si es que uno quiere vivir lo más próximo a la felicidad! O sea, ¡Nacemos “ya” jodidos!
Sin duda las religiones, las filosofías y el psicoanálisis, son maravillosas expresiones para entendernos, comprendernos un poquito más a nosotros mismos. Y lo maravilloso, es que podemos elegir y hasta cambiar de versión, si lo que era válido para nosotros, ¡Dejó de serlo!
Ahora… el punto aquí de reflexión es “el origen”… aquel hito en nuestra vida que marca huella para lo que vayamos a ser, hacer, e incluso tener. Y aquello a lo que Maturana nos invitaba hace unos 3 años, junto a Ximena Davila y su equipo, en una casa del bonito barrio de Providencia, en Santiago, traía a mis oídos, una comprensión del origen de nosotros, los seres humanos, donde ¡No nacíamos jodidos! No puedo decir lo que dijo, pero si lo que entendí, y mastique en estos últimos años. Somos seres primordialmente amorosos, nuestra especie se sustenta en la emoción fundacional de amar. Pero no del amor manipular, o el amor como virtud a desarrollar, o “algo” a encontrar, o el amor del culebrón Mexicano, o el amor sólo para sufridos de la novela Venezolana, o la pasión de la novela Brasileña. Hablo del amar más cotidiano… de aquella emoción, en donde estoy en un espacio de convivencia con otros, donde no tengo que estar pidiendo disculpas por como “soy”. Ese espacio auténtico, donde me miro al espejo y surjo legitimo en lo que veo, sin culpas por ese reflejo. Ese espacio donde el otro se entrelaza conmigo transformándonos juntos, sin exigencias, sin expectativas, sino solo en el encuentro espontaneo de almas que danzan cada una conservando y cambiando su propia completud su propia entereza, sin negar la completud y entereza del otro.
Un amar que es fácil de distinguir, cuando en presencia del otro, nuestras diferencias no son una amenaza, sino que festejamos la diversidad, sin tener que decirlo, o hacer nada para resaltar que tan diversos somos, porque es la manera “natural” en la que nos movemos.
Hablo de ese amor que es base estructural de nuestra biología. Nuestros cuerpos lejos de ser arma de defensa o ataque (al menos que dediques años y años de entrenamiento, o que te llames Rambo), son cuerpos para el amar, en el juego de la intimidad y la sensualidad con el otro. Sin caricias, los bebés simplemente mueren… sin caricias los adultos simplemente mueren en la soledad del desamor, del no ser escuchados… de no tener presencia para el otro.
Por eso coincido con Humberto Maturana, con Ximena Davila, cuando dicen que los seres humanos nacemos en la amar… SIEMPRE. Esta en nuestra biología. ¡Viene de fabrica! Nacemos en la confianza de ser amado, vistos, tenidos en cuenta… nacemos en la confianza de ser recibidos en los brazos calentitos, que nos amparen en la ternura de simplemente ser lo que somos.
Cuando escuche esto, o algo de todo esto… mi visión de los humanos, o mejor dicho de mí, cambio. ¡No nací jodido! Tenemos un origen amoroso a conservar, no un origen doloroso a cambiar. ¡No estamos rotos! ¡Nacemos “ya” enteros! NO IMPORTA DONDE NACISTE, DE QUIÉN NACISTE, O EN QUÉ EPOCA NACISTE… NACISTE EN EL AMAR, y no necesitas doctrina, filosofía, o ciencia para explicarlo. ¡Está bien con quien soy!
Y para finalizar en este día de celebración, dejo la pregunta que en algún momento me hice:
¿Qué consecuencias tendrías en tu vivir si aceptas al amar como origen de ti mismo? Puedes pensarlo en los términos de que no hay nada que cambiar de tu dinámica fundamental como ser humano. No hay una meta para ser lo que no eres. Sino un reencuentro con lo que originariamente eres. Claramente habrá diferentes formas de expresar-nos, de expresar-te acorde a la coyuntura en la que habites. Sin embargo la esencia amorosa es la base de todo lo posible.
Como coach esta es la base de todas mis intervenciones. Cuando converso uno-a-uno, con equipos, o hago coaching Organizacional, mis clientes no tienen nada que arreglar, no hay deudas que pagar. No nacemos con deudas, nacemos con oportunidades, y con la responsabilidad de conservar la esencia amorosa que nuestra especie conserva desde hace más de 4 millones de año, de generación en generación. Ya habita en nuestra manera de “ser” fundamental todo lo que necesitamos para vivir en bien-estar y lograr calidad de resultados desde ese bien-estar. Este es uno de los principios de cualquier clase de coaching:” ver al cliente con todos los recursos necesarios para lograr lo que quiere”. Sólo que a veces es un principio vacio, ya que no tiene fundamento. Estas líneas han expresado un resumen desde donde hago lo que hago, y desde donde invito a otros a hacer lo que hacen.
Yo por el momento celebro que hace ya varios años que nací en el amar más puro, más esencial, como cada uno de todos nosotros.
Fernando Sáenz Ford

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